domingo, 5 de enero de 2014

"Una y no más". La casa de la portera, 10/11/13.

Guardo una carta para Ana Olga, la protagonista de "Una y no más", desde ese primer día en que la vi, en una matiné en La casa de la portera, y caí completamente rendida a su talento.

Ana Olga es esa mujer doliente y torturada, que sostiene largas conversaciones, ora consigo misma, ora con los demás, esos otros que le nutren y también le "bancan" la vida. Se desnuda, se revuelve, se postra de hinojos y se rebela frente a sus recuerdos; llora, grita, rabia. Habla sola. Piensa en alto. A ratos, delira. Comparte eso que viene a llamar su "terapia".

¿Y sabes qué? Envidié esa sana libertad de poder patear las penas a base de rodar por el suelo y ensuciarse la ropa, estropearse el maquillaje y desdibujar la compostura.

Me gustaron tus poemas. Me habría encantado abrazarte y llorar contigo. Hay una Ana Olga, palpitando delirante, cargada de urgencias y reclamos, que pide ser escuchada, y vosotros, los actores, sois esos héroes invisibles que afrontan la titánica tarea de llevarlo a escena, para así librarnos "de todos los males".

Ana Olga se hizo carne y cobró vida de la mano del singular y extraordinario actor Tomás Pozzi, que ya la había presentado en "Soy Sola (historia de un Naufragio Anticipado)".

"Me siento rara. A veces cuando camino por la casa siento que estamos en un sueño. No puedo dormir. No duermo. Nadie duerme. La vida no es un sueño. Yo sé que soy superficial e infantil. Vos has leído mucho más que yo. Has estudiado, has dado cátedras… ¡Yo sólo vivo para escucharte! ¿Que decis nena? No te escucho... Decímelo al oido despacito..."

Después de todo, puede que Ana Olga tuviera razón en decirme aquella mañana que, "allá donde hay quilombo, allá estás vos". Mi respuesta sigue siendo la misma de entonces: "¡Por supuesto!"


Nota:

Hasta el regreso de la terapia con Ana Olga/ Tomás Pozzi, podréis disfrutar del trabajo de este excelente actor y creador en "Cuestión de altura", de Sandra García Nieto, junto a Martín Rivas y dirigido por Rubén Cano, del 15 de enero al 16 de febrero en la Sala Pequeña del Teatro Español.



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